En la última oportunidad que tenía el Barça de alargar la Liga, las cosas no le salieron bien a La Pulga. Anoche Messi no era Messi. Demasiado alejado de la portería de Casillas, hasta del balón, su mejor amigo, recogiendo la pelota a la altura de Busquets o incluso más abajo, como tiene que hacerlo cuando juega con La Albiceleste, convencido de que podía hacer la jugada de su vida. Una más. Pero ni chutó.
Messi tiene la fuerza para cargar el equipo a sus espaldas, lo ha hecho muchas veces, el equipo confía en él, sus compañeros juegan en referencia a él, y para bien, le ha ido de maravilla en estos últimos cuatro años, y para mal, en estos últimos cuatro días. Ni en Londres ni en el Camp Nou se vio al Messi acostumbrado. Y no era un problema de cansancio. Sus piernas no se agotan nunca. Ni su mente, empeñado siempre en romper todos los registros de goles y de récords.
Una vez iniciado el partido, ya se comprobó que Messi no se sentía nada cómodo. El Madrid llevó el partido a su territorio y eso se le hizo realmente incómodo a la estrella del Barça. Iniciaba aventuras sin posibilidad de éxito desde tan lejos que evocaba en muchas acciones la figura del Messi de Rijkaard, nada que ver con el Messi de Guardiola.
Tan solo se le recuerda una jugada a la altura de quien es. El mejor jugador del mundo. Fue un pase increíble entre la defensa del Madrid, dejando solo a Xavi ante Casillas, pero no acabó en gol. Su asistencia fue rocambolesca porque nadie supo dónde halló el petróleo en una tierra tan árida. Pero Messi se quedó ahí, a pesar de que intervino en la jugada del empate. El gol de Alexis nació de la persistencia de Messi, atrayendo hasta cinco defensores del Madrid, que se olvidaron primero de Tello, luego de Adriano y, finalmente, hasta de Alexis. Poco, sin embargo, ciertamente demasiado poco para Messi, Y él, mejor que nadie, lo sabía. Se iba consumiendo en su propia angustia, mientras Ronaldo, por una noche, era mucho más eficaz.
En este momento, Leo acumula 180 minutos sin anotar un gol, y ha alcanzado tal grado de excelencia que encadenar 180 minutos consecutivos sin marcar ni un gol (Chelsea y Madrid) se interpreta como una tragedia. Y no se le debería ver así, pero dada la ausencia de Villa y con Alexis en el banquillo, el equipo se queda sin un goleador nato, alguien que le descargue de esa responsabilidad a Messi. Desde el 11 de febrero, la estrella había encadenado 10 partidos consecutivos marcando goles en la Liga. Hasta que llegó anoche el Madrid. Como antes se cruzó el Chelsea en el camino.
Pero no fue ese el verdadero problema de Messi. El único problema es que no se reencontró consigo mismo. Se sintió abandonado por su ángel en una semana que nunca olvidará. No hay peor crítico para Messi que el propio Messi. Lo demás ni le importa. Ni siquiera le influye porque si él falla pases fáciles y si el balón se convierte en su enemigo, es obvio que no era Messi.
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Así se le vio a Messi después del partido. |
Fuente: elperiodico.com